jueves, 4 de octubre de 2018

LOS CASOS DE MORGADO FRAGMENTO





Necesitaba considerar aquello. Eran demasiadas coincidencias: una empresa con domicilio en las islas Caimán llamada «Asia Import», una red de sociedades mercantiles que el asesor jurídico de la empresa ─ él mismo ─, no conocía, el incremento desmesurado del presupuesto de la sección de Rogelio, un jefe de ventas ejecutivo adicto a la cocaína, las inversiones en inmobiliarias desconocidas, las denuncias del despedido García, las compras de terrenos no urbanizables a bajo precio, las compras de esos mismos terrenos a un precio todavía inferior... ¡Dios mío! ¡No! ¡Katy! ¡Debía avisarla! También «Inmobiliaria Monteluz» dependía del grupo de las Caimán.
Carlos se acercó la taza a los temblorosos labios, aunque no bebió más que un ligero sorbo, el café se le había quedado helado.
Esas reuniones secretas del jefe con inversores extranjeros, esas consultas intempestivas sobre derecho urbanístico… deberían haberle puesto sobre aviso. Bien, la evidencia resultaba incontestable: el señor Hernández era el administrador único. ¿Qué hacer? ¿Callar y convertirse en cómplice? ¿Denunciar a su propia empresa?

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