viernes, 13 de abril de 2012

SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA



SÓLO



Sólo sé que no sé nada

Ignorancia que convence

Nunca mejor expresada

Ignorancia clara y sabia

puede que un punto pasada.

¿Desilusionado trance,

o enigmática bobada?,

sabio ardid que se deduce,

-ilusión desencantada-,

al no hallar otra salida.

Todo el mundo lo sabía,

cuando Sócrates decía:

sólo sé que no sé nada.


SÓCRATES








Nació en Atenas en el año 470 a.C., de padre escultor y madre partera (mayeuta). Dedicó su vida a filosofar, dialogando con la gente en lugares públicos. A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobraba por sus clases. No escribió ninguna obra: su pensamiento ha llegado hasta nosotros por el testimonio de quienes lo conocieron, en especial de su discípulo Platón. Convencido de que la verdad se encuentra en el interior de cada hombre, se había propuesto la tarea de ayudar a sus interlocutores a "darla a luz". Por eso decía que su oficio se parecía al de su madre: mientras ella ayudaba a las mujeres a parir niños, él ayudaba a los hombres a parir verdades. Para eso se valía de la ironía, método por el que hacía tomar conciencia a su interlocutor de que en verdad no sabía tanto como creía. Una vez que la persona reconocía su ignorancia, mediante preguntas la guiaba hacia la verdad. La ironía y el diálogo eran así las dos partes de su método, la "mayéutica". Consultado el oráculo de Delfos acerca de quién era el hombre más sabio de Grecia, éste respondió: «Sócrates». Y Sócrates sostenía que efectivamente él era el más sabio porque, mientras los considerados sabios creían que lo sabían todo, él sabía que no sabía nada («Sólo sé que no sé nada»).

Su amistad con Alcibíades (uno de los Treinta Tiranos de Grecia) le valió la enemistad de muchos y, cuando éstos dejaron el gobierno, se vio envuelto en un juicio en el que se lo acusaba de corromper a la juventud introduciendo nuevos dioses. Corría el año 399 a.C. Fue condenado a muerte. Pasó los últimos días en la celda recibiendo a sus discípulos y conversando con ellos de Filosofía (así lo relata Platón en sus diálogos Critón y Fedón). Se rehusó a escapar, siendo que algunos de sus amigos habían arreglado su huida. Llegado el día, bebió la cicuta que le alcanzó el verdugo y murió apaciblemente.

Contra los sofistas, sostenía que, además de opiniones, el hombre es capaz de dar conceptos. Los "conceptos universales" no son para unos de un modo y para otros de otro, no dependen del estado de ánimo de quien los conoce, su contenido es siempre igual, no son inventados sino encontrados en la realidad a través de la experiencia.

En el campo de la Ética se oponía al hedonismo defendido por los sofistas. Distinguió entre un placer bueno y uno malo. Sostuvo que quien sabe, quien entiende, obra bien. «Nadie peca voluntariamente.»