lunes, 1 de octubre de 2018

LOS CASOS DE MORGADO, FRAGMENTO




El inspector Pomares le ofreció un cigarrillo y encendió también el suyo.
Valoraba la entereza del sujeto. Acababa de tirar a la basura su carrera política, que parecía bien encauzada, además de perder su matrimonio ─ aunque éste ya hacía aguas ─ y sobre todo; de adquirir todos los números para pasar una buena temporada en la cárcel, pero no se había derrumbado en ningún momento.
Gracias, dijo Borja, enviando una voluta de humo al techo de la sala de interrogatorios.
¿Tiene alguna duda respecto de lo que le he dicho? ¿O quizá quiere oír la grabación otra vez?, preguntó Pomares con expresión inocente.
Sólo una curiosidad: ¿se la envió mi mujer?  Borja fumaba y respiraba con alivio. Más que un imputado parecía un hombre que se había sacado un peso de encima.
¿Quiere decir su ex mujer? Creo que ha pedido el divorcio.
Sí. ¿Le dio ella la grabación?
No puedo contestarle a eso.
No hace falta que me responda. Era de esperar. Siempre había pensado que el golpe me llegaría por otro lado, tal vez por parte de Hernández o por parte de alguno de mis rivales políticos. Pero sí, era de esperar.
Borja se quedó en silencio, mirando hacia el techo de la sala.
¿Y bien? ¿Qué contesta?
Los dos sabemos que la prensa no tardará en hincar el diente en este asunto, inspector. Es mejor que me adelante y hable yo con los medios.
¿Y qué va a decirles? ¿Va  a dimitir?
Lo de menos es mi carrera. No quiero perjudicar al partido y comprenderá que  tampoco me apetece que los que ahora me acusan se vayan de rositas.
¿Eso quiere decir que va a colaborar con nosotros?
Deje que hable con algunas personas y le contesto.



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