jueves, 30 de septiembre de 2010

OJOS ENCONTRADOS

OJOS ENCONTRADOS

Es un instante y no avisa.
No lo sabes, más presientes…
y de pronto sobreviene
la cegadora certeza
y una emoción que es conquista
despierta tu yo dormido.
Es un instante dudoso
en el que el mundo puede cambiar,
es un instante, no más.
Es un instante y no avisa.



viernes, 24 de septiembre de 2010

LA HABITACIÓN

LA HABITACIÓN


En un hotel de Madrid hay un hombre en pijama tumbado sobre la cama. Tiene los ojos abiertos, mirando hacia el papel pintado.
Es un papel feo, carente de interés, pero quizá esto sea lo llamativo: su extrema, su absoluta vulgaridad.
Nuestro hombre también escucha y lo que oye es el repiqueteo de la lluvia en el exterior.
No está impedido, ni enfermo, ni es viejo, pero aún así tiene que hacer un esfuerzo considerable para alargar la mano hacia la mesilla de noche que hay al lado de la cama. Una vez alargada la mano, toma un cigarrillo del paquete de tabaco que hay sobre la mesita y enciende el cigarrillo. Esta operación le cuesta mucho más tiempo del que tú: lector, tardas en leer esta historia.
Encima de la mesita de noche hay también un reloj de pulsera vuelto hacia abajo.
El hombre decide de pronto mirar la hora:

                                                       "Las cinco en punto"

Bien, así son las cosas, el reloj funciona -Eso es indudable-, pero ya eran las cinco cuando Julio -Así se llama nuestro hombre-, se quedó dormido. También estaba lloviendo fuera y seguía lloviendo cuando despertó con la conciencia de haber dormido tanto y sin embargo, estar mucho más cansado que antes. No recordaba nada de lo que había soñado.
El hombre volvió a mirar el reloj, volvió a darle la vuelta y volvió a escuchar el rumor de la lluvia al golpear contra la ventana.
Tuvo un impulso de rabia, quería saltar de la cama, pero en vez de hacerlo se quedó todavía más quieto.
En su inmovilidad no había indiferencia hacia las cosas que le rodeaban o hacia las personas que pudiera haber fuera de la habitación. Tampoco había indiferencia hacia él mismo, simplemente no necesitaba nada: no tenía sed, ni sueño, ni... ¿Pero entonces por qué esa ansiedad? De cuando en cuando sentía una zozobra que le revolvía en el lecho y le obligaba a dar la vuelta al reloj o a encender un pitillo. Invariablemente el reloj marcaba las cinco en punto. La hora en que Julio entró por primera y única vez en la habitación del hotel.
Julio encendió el último cigarrillo. Notó que tenía que salir de allí. Por qué lo hizo, nunca lo sabremos. Contra toda lógica saltó de la cama y avanzó hacia la puerta, un resto de prudencia le detuvo ante el picaporte, pero no pudo contenerse.
Abrió la puerta y aquello fue su perdición.
Tal vez vio algo antes ¿Quien sabe?
Súbitamente comenzó a envejecer, se arrugó, se achicó, se debilitó, se llenó de tiempo por completo hasta desaparecer. En su lugar apenas quedó un charco de agua. Era como si hubiera desencadenado un ciclo diferente.


Fue tan rápido que no le dio tiempo a cerrar la puerta detrás de él y esto significó el fin para todos nosotros: el resto de huéspedes del hotel y también para el hotel mismo.
Jamás debimos aceptar su reserva.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA SOMBRA DE LA VIDA


LA SOMBRA DE LA VIDA

A veces uno tropieza
con la sombra de la vida.
Si miras hacia atrás,
a veces, sólo a veces,
podrás verla en un temblor,
esquiva, al bies y en fuga,
pues la sombra que te sigue
no es tuya y de nadie más,
es la sombra de tu sangre,
de los otros que te guían,
sombra de tantas batallas,
lágrimas, revoluciones…,
la sombra de tantas almas,
de los sueños y del aire.

viernes, 3 de septiembre de 2010

QUEVEDO

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE




Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día,

Y podrá desatar esta alma mía

Hora, a su afán ansioso lisonjera;



Mas no de esotra parte en la ribera

Dejará la memoria, en donde ardía:

Nadar sabe mi llama el agua fría,

Y perder el respeto a ley severa.



Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,

Venas, que humor a tanto fuego han dado,

Médulas, que han gloriosamente ardido,



Su cuerpo dejará, no su cuidado;

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

Polvo serán, mas polvo enamorado.