miércoles, 24 de octubre de 2018

CERTEZAS


CERTEZAS


Me tumbo en la cama y veo como pasa la vida. Desde aquí, cargado con mi cosecha de preguntas, descubro los misterios del universo.
No, mejor no quiero descubrir sus misterios, yo mismo quiero ser un misterio, seguramente ya lo soy, puede que alguien me descubra.
La acción…intento retrasar cualquier tipo de acción.
Pero mi cuerpo necesita acción, digo mi cuerpo no yo. Yo lo que querría es liberarme de esas ataduras.
¿Qué pasaría? Ni idea, a lo mejor cuando muera lo sabré, puede que no haya otra forma de saberlo.
Bien, ahora escucho el silbido del aire tras la ventana, las voces lejanas de los vecinos, mi propia respiración...
Aire, vano y efímero aire.
Pasan las horas, pasan los años, o los segundos ¿qué más da?
A pesar de todo lo que he vivido, nada habría cambiado en lo esencial si no me hubiera movido de la cama. El mundo seguiría exactamente igual aunque yo no hubiera existido.
Pero lo he hecho. No sólo me he movido, me he levantado, he caminado, he viajado por tierra, mar y aire.
La cantidad de esfuerzos, encontronazos, bifurcaciones, quiebros y batacazos, provocados o no por mí en toda una vida, me supera. Debería haberme quedado en la cama.
No, no y mil veces no, el mundo no puede seguir exactamente igual, no con mi intervención, ni siquiera con mi mera observación (todo observador perturba aquello que observa) ¿sabré alguna vez cuántos contratiempos provoqué a los demás, aún sin quererlo? ¿o cuántas acciones positivas provoqué?
Debería haberme quedado en la cama. Sólo que intuyo que no es cierto, no debería haberme quedado en la cama, y además no lo hice, no me quedé en la cama, hice lo único que podía hacer: vivir.
Tal vez un fantasma con mi aspecto y mis recuerdos recorra en estos momentos un universo paralelo, tal vez él no muera y yo sí.
No lo sé, no sé nada de nada, ni siquiera eso.
¿Y si yo fuera el fantasma? ¿Y si este mundo no fuera más que un decorado?
Lo que más me enerva es la falta de respuestas, la falta de certezas. Es verdad que me estimulan las preguntas…pero hasta cierto límite.
Para empezar ¿Qué «cosa» soy yo?
Estas “cosas” que pienso, o que creo que pienso, podrían venir de “fuera”.  Los conceptos, las ideas, hasta la propia conciencia de mí mismo.
Tal vez yo mismo sea producto de la imaginación de otro ser.
No, no lo creo, pero es una posibilidad. Posibilidades, posibilidades, posibilidades…
Lo que percibo, lo que interpreto, hasta lo que veo, todo podría ser una entelequia, menos que un decorado.
Sin embargo, poseo ─ o soy poseído por ella ─ alguna certeza misteriosa.
Se trata de algo que se aproxima al concepto de fe, no una fe en el sentido religioso, más bien es una certeza intuida, “sé” que es una intuición, pero una intuición diferente. Una intuición que se impone.
De alguna forma sé qué es lo está bien y lo que está mal, también sé que eso es más importante que el «decorado».
Creo que tú no descubres las certezas, ellas te descubren a ti. Algunas veces he confundido certezas con algo diferente, no lo niego. Pero aún así…
Seguramente hay certezas que no se pueden combatir, son parte de un mensaje escrito, determinado, son parte del destino.
El destino, el tiempo, los sueños…, toda esa materia oscura del Universo, todas esas estrellas lejanas en las que hay otros mundos como el nuestro… ¿otros decorados? ¿Decorados dentro de otros decorados?

Quizá exista una categoría de preguntas diferente, las «preguntas-respuesta»
Se trata de preguntas que denotan la necesaria existencia de lo desconocido.
Vale, he conseguido dar una vuelta completa para regresar al mismo punto.
Todo eso sin moverme de la cama…

Saldré a echar un vistazo fuera, estoy demasiado encerrado en mí mismo.
Parece que no puedo abrir la puerta, alguien me ha encerrado en esta habitación. O puede que sea yo mismo quien la cerró, que haya olvidado cómo salir de aquí.
No importa, seguiré soñando tumbado en la cama, tal vez se me ocurra algo.

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