PRONTO EN LIBRERÍAS...
Mis
dedos helados sujetaban con fuerza la copa vacía. La copa hacía tiempo que se había
consumido, yo todavía no. Entonces fue cuando decidí que ese era el momento
adecuado de volver a casa, olvidar a Marta y comenzar otra vez.
Y
en ese mismo instante comenzó a vibrar y a sonar mi teléfono, y recibí la llamada
del inspector Lorenzo Pomares.
Yo
estaba prácticamente jubilado y no echaba de menos los sobresaltos de mi
trabajo como detective privado. Pero un amigo es un amigo.
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