VIRUS
Y
llegó de repente,
arrasando
nuestras vidas,
en
un tren deshabitado,
suspendiendo
fantasías,
anulando
ilusiones,
cabalgando
sobre un desierto
de
cemento y llanto.
Entre
islas solidarias
de
aplausos y soledades,
desfiló
bajo balcones,
donde
habitan confinados,
soñadores
de paisajes
que
reclaman héroes
y
los encuentran a su lado.
Llegó
de repente,
desnudando
la ciudad,
salpicando
el paisaje,
de
guantes y mascarillas
y
asolando las extensas avenidas,
en
las que el miedo muestra
su
eco plagado de sonoros silencios,
y
apagados llantos.
A
lo lejos se ve algo:
son
huidizas figuras,
que
recorren las calles,
evitándose,
─igual
que antes─,
pero
ahora más humanas.
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