Morgado también participa de esta
obsesión que cruza por su mente sin que sea totalmente consciente de ella: así,
por ejemplo, en una de las escenas de la ciudad, el detective percibe que las
cosas no son siempre lo que parecen, que hasta los espejos pueden mentir: «En
el metro siempre le llega la sensación de que el tiempo transcurre a ráfagas.
Dentro, los vagones, idénticos como espejos, también se multiplican más allá de
su campo de visión.»
Junto a la cita de Borges aparece otra
cita atribuida a Lao Tsé: «Todas las cosas tienen en su espalda la oscuridad y
tienden a la luz.»
«La oscuridad enciende más luces que la
impulsiva llamarada del relámpago.» dice Enrique Tomás en «Espejos.» Cuando leemos «Los casos de Morgado» nos encontramos con una novela negra y en ella el interés primordial no es
la resolución del enigma, sino la descripción de los conflictos humanos. Las
novelas negras se desarrollan en atmósferas oscuras, llenas de soledad, en
ambientes en donde predomina la violencia, el dinero y el sexo. En la novela
negra no se juzga ni se dan soluciones, solo se describe objetivamente la
realidad. O al menos se intenta, porque todo observador perturba, ─ en el
sentido de que, da su propia visión y establece su propio orden ─ aquello que observa.
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