LUÍS GARCÍA MONTERO
Santander, julio ardiente.
Un aula en el palacio.
Casi cien poetas reunidos.
Tu voz que prende y que describe
este mundo atropellado,
con sus amores de plástico.
Y tú subido al autobús del lunes,
en el vórtice de la ciudad de cristal.
Has pagado tu billete y
por supuesto,
ya no debes la factura de la luz.
No veo tus ojos,
más, tras los reflejos de tus gafas,
se presiente una mirada
honesta, tranquila y clara,
una esperanza que niegas
como los buenos creyentes:
convencido y anhelante,
con el ánimo valiente
y con la vista cansada.
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