PRIMERIZA
El sueño iba y venía sin llegar a convertirse en
pesadilla. El caso es que ya era incapaz de controlarlo cuando ella intervino:
“Es que soy primeriza”
Recapitulemos: Todo comenzó con una, -en apariencia
inocente-, reunión de amigos. Esa noche todo parecía fluir, los parámetros
seguían el guión previsto y como de costumbre, la cena acabó convertida en una
aventura surrealista a través los vericuetos nocturnos de la ciudad.
Las copas se sucedieron mientras la noche cálida de
septiembre envolvía poco a poco los sentidos de los cinco amigos, que
decidieron tomar otra copa en una terraza del barrio del Carmen.
La conversación transcurría chispeante, el calor se
disipaba lentamente y los parámetros seguían el guión previsto, hasta que de
repente: apareció ella.
La camarera sonriente, insinuante, rodeaba la mesa en
una especie de contenido movimiento erótico, ella no sólo sirvió las copas y
conversó con los cinco hasta la madrugada, también les dijo que estaban a punto
de cerrar pero que les rogaba que no se fueran.
En cuanto cerraron, no tardó en citarlos a un
encuentro privado en el interior del local, ya vacío. Su cuerpo desnudo
refulgía a la luz tenue del bar, bailando encima de la barra, sus hermosos
pechos oscilaban orgullosos al ritmo de la música y ya se despojaba del
diminuto tanga, que se atascaba en los tobillos mientras sonreía y decía con
una sonrisa entre pícara y modesta: “Es que soy primeriza”, cuando de pronto, todos despertaron en el interior
de los simuladores de la Corporación.
Nada pude hacer para recuperar sus cuerpos virtuales.
¿Sabotaje? No, no creo, simple torpeza o inexperiencia... El programa de sexo
onírico, (el producto estrella de la Corporación Comercial del Sistema), había
sido interrumpido abruptamente por culpa de uno de los soñadores, en este caso
por la única soñadora y los cinco holo androides varones se habían quedado
conectados a una especie de “limbo” virtual del que ya no podían despertar.
Claro que tampoco parecían desearlo.